Gotas de sangre


Con una gran bocanada de aire me desperté. Me sentía increíblemente hambriento, más bien sediento, parecía que mi lengua era un lija. Intenté tragar saliva y un ardor corrió por mi garganta a una gran velocidad. Mis sentidos estaba extremadamente agudizados. Eran altas horas de la noche y la oscuridad no era un obstáculo para mi vista, la ciudad se encontraba a un par de kilómetros pero podía escuchar la bocina de los autos reclamando su paso a través del tráfico. Estaba ansioso. No paraba de moverme mirando a mi alrededor. ¿Dónde estaba ella? Me paré y mi mano se clavó en un árbol junto a mí, como si tuviera vida propia. Estaba intentando cazar una ardilla que había pasado por allí, pero perdí el interés cuando la esbelta figura de Ángela apareció en un abrir y cerrar de ojos. Me miraba curiosa y divertida. Era una de las mujeres más hermosas que había visto. Era alta y delgada con una melena castaña y ojos tan azules como el mismo océano.
-¿Una ardilla? ¿De verdad?- Rió entre dientes y por culpa de un pestañeo no pude ver cuando corría hacia mí. Solo se que un segundo después se encontraba a un palmo de mi cara.
Quería responderle, de verdad. Pero era tal mi sed que no podía hablar y era tal su belleza que no podía despegar los ojos de los suyos, perdiéndome en la inmensidad de su penetrante mirada. Tomó mi mano y me arrastró a toda velocidad hacia el sur. Parecía mentira que pudiera correr con la rapidez de un rayo y ver todo con suma claridad y detalle. Cada vez era más y más alta la velocidad que levantábamos hasta que en un momento paramos en seco y me sorprendió que eso no me afectara en lo más mínimo. Son
reí ante el acto y observé mi entorno para descubrir donde nos encontrábamos ahora. Sin embargo antes de que pudiera observar con cuidado el olfato me había revelado que estaban asando carne. Era un campamento.
Habían al rededor de seis hombres tomando cerveza y riendo. Sentí como mis colmillos se alargaban por la excitación y me punzaban las encías. Poco me importó. Corrí sin detenerme a pensar un segundo y les partí el cuello a todos los que se encontraban allí antes de que siquiera lo hubieran notado. Tomé a uno de los campistas y extendí su cuello para descubrir la yugular. La gran vena se extendía en unos de los laterales de su garganta y aún la sentía palpitar débilmente. Por instinto mis colmillos ardieron y se extendieron aún más. Sentir como estos se clavaban sin esfuerzo alguno en la tensa y suave piel cálida de mi víctima, hizo que me estremeciera de placer y alivio al notar como la caliente sangre calmaba mi tortura. No podía detenerme, debía drenar hasta la última gota de sangre del campista.



Próxima parte mañana...


Y va con dedicatoria ;)

3 Gotas de agua:

Freak dijo...

Pff esa chica es muy igual a mi (?) Tiene mis ojos azules y todo JAJAJAJA Que buena onda, amo tus historias locas. TE AMO A VOSSSSSS ♥

Leo dijo...

Esssooooooo me encantó ahora estoy con ganas de leer lo que sigue y eso es muy bueno ;) asi que...... te leo mañana! jajajaja
Besos Val!

See See Manshando dijo...

Toda la onda... lo mas de lo mas como todo lo que escribis saludos...

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