The Moon and Water (Parte 3)

A medida que subía por la rocosa ladera montañosa el mismo hedor embriagador se hacía cada vez más y más fuerte.
Desde que Gina me había dado las instrucciones y advertencias, se había tornado seria y fría. Esto aumentaba a la par del aroma dulzón, ya podía saborearlo, era un sabor muy similar a la canela y azúcar. Al pensarlo sacudí la cabeza
asqueada y continué escalando detrás de mi amiga.
Nunca había ido a el punto de reunión de la mandada pero el temor de Gina me advertía que no iba a ser un mundo color de rosa. Pero... ¿Por qué tanto miedo? Podía olerlo y nunca había visto a un licántropo asustado... Aunque si lo pensaba mejor si lo había hecho... en el cementerio cuando me provocaron una herida que cambiaría mi vida. Pero no podía imaginarme a mi acompañante asustada, siempre la había visto como un signo de valentía y aventurera, pero jamás temerosa a nada...
Fue cuando Gina se detuve en una saliente más grande que las demás , cuando vi como su musculoso cuerpo se tensaba y sus puños se cerraban delatando su ira hacia ese lugar. Tragué saliva ya que un aparatoso nudo se había atado firmemente en mi garganta gracias a los nervios
y estiré mi brazo izquierdo para acariciarle e
l hombre en un intento fallido de calmarla, pero ella rechazó mi contacto y siguió su camino si decir una palabra. Y yo sin atreverme a formular ninguna.
Comenzamos a caminar por un túnel húmedo y frío. Podría decirse que se parecía el camino rumbo al infierno, ya que ambos bajaban internándose en la montaña y parecía no tener fin. La única diferencia que encontraba es que si de verdad fuese el pasaje hacia el infierno este estaría a altas temperaturas. Pero por otro lado el subterráneo mantenía su fría temperatura constante.
Algo se movió sobre mi costado derecho y un gruñido involuntario broto de mis dientes, a consecuencia una rata asustada chilló hasta perderse en la oscuridad del túnel. Gina se había sobresaltado y apenas pude ver el reflejo de sus ojos verdes amarillentos que me miraban con cara de pocos amigos... Nos encontrábamos en plena oscuridad. Y pronto entendí el porqué no llevábamos linternas. La vista de un licántropo estaba adaptada a la oscuridad, incluso en esas circunstancias podía ver algunas siluetas bastantes definidas. Si alguien que no tuviera sus adaptaciones entraba por el mismo pasadizo secre
to, seguramente estaría equipado con algún objeto que despidiera luz. A consecuencia esta se reflejaría en las paredes mojadas del subterráneo y les daría el suficiente tiempo a los licántropos para estar alertas o en el peor de los casos, evacuar la zona. Pude distinguir como las manos de Gina se abrían y cerraban ritmicamente... Había c
ambiado mucho de personalidad desde que habíamos entrado en zona de "peligro".
Ruidos de gruñidos, risas, música extraña y aullidos llegaron a mis oídos luego de la tercera o cuarta curva, la verdad no llevaba la cuenta ya que en su mayor parte el túnel era recto y empinado. Fue cuando descubrí que tan solo faltaban unos pocos metros para llegar a la fuente de la mezcla de temor e ira que se producía sin parar y se proyectaban en las expresiones físicas de Gina.
Aceleré el paso para acercarme a Gina pero esta estaba demasiado ocupada mostrando su repulsión y enojo hacia el punto de encuentro como para notar mi presencia a su lado. Luces de antorchas me encandilaron en cuando pisé fuera del túnel y me sorprendí al ver que el lugar era un enorme bosque con un gran espacio llano y libre de cualquier roca o árbol que arruinara la perfección de esa llanura. Pero mi sorpresa aumentó en grado cuando alcé la vista y vislumbré las estrellas. ¡La montaña era hueca!.
Pero mi asombre y fascinación se vieron interrum
pidas por el silencio de la manada que se produjo al verme que se expandió como un susurro sobre las personas. Eran al rededor de cincuenta licántropos que me miraban fijamente. Todos ellos tenían el mismo brillo espejado que el de Gina, algunos mirándome con alegría, otros con odio, e incluso miedo...y ¿había algunas esperanzadas? No, no podía ser. Pero ello no duró mucho cuando todos miraron detrás de mí y hacia un ángulo que apuntaba un poco más abajo que la luna. ME dí la vuelta y allí estaba Persival, exhibiéndose con orgullo y mirándome con una pícara sonrisa en sus labios. Estaba sobre una ro
ca que sobresalí de la parte montañosa a unos, aproximadamente, veinte metros del suelo. No despegaba sus ojos de los míos.
Dio un ágil y grácil salto y aterrizó con la suavidad d
e un felino a menos de un metro de mis pies. Se paró con lentitud y su rostro quedo a solo un palmo de distancia.
-Hola muñeca...


Próxima parte el miércoles... :)

1 Gotas de agua:

See See Manshando dijo...

Esta mini historia la recontra rulea mal! ^_^

Publicar un comentario